martes, marzo 28, 2006

Ana Paula Méndez



Ana Paula Méndez
(1978)



Un simple panal y el sonido
de todas las abejas obreras
serruchándose la miel
rf




*
Los ángulos de tu risa
los ángulos de las muecas de tu boca cuando ríes
parecen mañanitas tejidas por la abuela
las agujas de la abuela formarían ángulos obtusos
pero tu boca extendida al sol
es un llano ángulo vespertino que se despliega hacia las nubes
como queriendo buscar los pájaros trigales
dorada trigonometría, la medida del trigo
veo campos y campos de tostado trigo
cae miel sobre sus pétalos y tus ojos
contemplan escalenas siluetas
ondulando en los matices de la tarde.



*
incipiente en la espera te pusiste moreno

agitabas los brazos
caminando en la arena

trastocabas paisajes
amarillos, rosados

penetrabas la estera de punzados sillones

salpicabas tu esencia
por los muros roídos
por los vientos del norte

derrochabas texturas
telas suaves y amarillas, ásperas y brillantes
telas blancas ondulantes
incipientes telas púrpura

cocinabas langostas
aturdidas de ruidos
crepitantes del día

cocinabas langostas
aturdidas de ruidos
brillantes de la noche
soñolientos
opacos




*
El bicho se posa en mi mano
yo lo dejo
no va a picarme
el bicho es verde
como la lapicera verde con que empecé a escribir
pero se gastó la tinta
y ahora sigo con la negra
pero empecé con la verde
gastadita ahora
que solo serviría para cerbatana
yo no me acuerdo si tiraba papelitos con cerbatana
como tantas otras cosas que no me acuerdo
pero a decir verdad son más las cositas que si me acuerdo
como de vos Canquito
cosita
bichito
lapicerita verde de mi corazón.




*
come ciruelas
boca cuadrada



*
en el hueco de la sombra
brotes plegados



*
cúmulo de pómulo
veta mesa brote



*
brota hilo de la palma
uñas levan



*
derrama semillas
mano empuña
cuchillo calado



*
desgajada sombra
cubre tu espalda
bufanda osa



*
arranca flor silvestre
come cabo



*
té de manzanilla
dora su pelo



*
bufanda verde
hebras de té


*
argamasa
pantuflas oídas


*
pollitos insomnes
comen



*
La pared tiene una primera gran ventana que no se ve en su totalidad. En los costados, balcones tomados desde abajo. Imagen simétrica, levemente inclinada hacia la izquierda. Una porción mínima de cielo, también inclinada. Cuatro son los balcones. Dos ubicados a la izquierda y dos a la derecha de la foto. Debajo de los derechos un aire acondicionado.
Hay molduras encima de la gran ventana en forma horizontal y otras más arriba formando una nueva ventana ciega.


*
La lija del aire tiene una primera gran boca semiescondida. En los costados, protuberancias tomadas desde abajo. Espejo que se derrama hacia la izquierda. Una porción mínima de pistacho, derritiéndose. Cuatro son los cucuruchos. Dos ubicados a la izquierda y dos a la derecha de la foto. Debajo de los derechos un secador de pelo. Hay puntillas encima de la bincha y en el pelo una hendidura.


*
La pizza tiene una gran aceituna que no se ve del todo. En los costados, morrones. La corto al medio, un poquito más hacia la izquierda. Una porción de muzza! se le chorrea el queso.
Flaquitos los morrones. Dos quedaron a la izquierda y dos a la derecha de la pizza. Abajo de los morrones jamón cocido. Hay orégano arriba de la aceituna y más arriba quedó el triángulo de cartón por donde le entraron a la pizza.


*
El patio tiene un gran pilarcito tapado por el ligustro. En los costados, reposeras. Baldosas grises cubren el patio. Una camisa inclinada, flameando. Cuatro son los tendales. Dos broches ubicados a la izquierda y dos a la derecha. Hay perejil en el cantero y un enano de jardín.


*
El pelaje lo rodea. El pelaje rodea el corazón que sin ser visto ve. Contiene la brújula animal que percibe distintos colores. ¿Qué ve tu corazón humano? La sangre se acumula en el borde, peina la medialuna de hebras. El centro de tu órgano visor emerge de la espesura. Cúmulo en lo blanco de la sustancia primordial. Más allá la cámara latiendo. Imágenes concéntricas, vetas de suave pelaje. Me hundo en la blandura. Inerte la cámara, el ojo en movimiento.


*
Es ese momento de salir y sentarme en la silla de caño negra con almohadón amarillo y ver la sombra dentada de la planta recortando el lateral del balcón, las puntas filosas calando el revoque. Las puntas adentrándose en la áspera textura del cemento, fugaz pero con impronta, presencia duradera. Como si siempre fuera a permanecer allí, altiva pero arqueada, la sombra perenne y crepuscular, proyectándose desde todos los tiempos. Atenta a la fugacidad, al vestigio insomne, al instante difuso, al sonido del vino derramándose en la copa.

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