martes, marzo 28, 2006

Adriana Kogan


Adriana Kogan
(1983)


Torta exuberante
de cerezas, merengues, melones
con un sospechoso salpicré marrón
rf



*
Lengüetazo

Preguntarme acerca de la diferencia, la tierna diferencia,
ya sea por brote o por nervio,
la claridad azota ahora.
Azota mi techo, azota mi lengua voraz.
Lo que se pide a gritos aquí es la blancura, el intenso ardor de lo roto.
Se busca lo roto, aquí, lo fuera de eje.
Se habla la lengua pegote, que busca rebuzna las gotas de fuego.
Ardor interno es lo que tengo adentro. Hambre.




*
Primeros pasos


Un desparpajo.
Suelto el hilo
el lazo desnudo
de adentro
echa a andar sus andas
anda
el lazo encendido.
Recorrió con el mundo el lazo
la furia
deshecha en el viento y se abre
toda
toda la sangre puede
ser canción en el viento

canta
a la tierra a la madre canta
comadrita
compadre
abran fuego ustedes ahora
abran fuego.

Abrí la ventana y oí sonar
afuera barajaba el chillar encendido
la sirena
el gol
el toc-toc del martillo mudo.
Bullicio.

Trocaron sus roles las gentes
afuera todo eso
como cosa real por fuera
como cosa real por dentro
.
Todo eso.

El mundo en pijama miraba la tele
los que pueden los que tienen
la tele la tienen todos.
El núcleo familiar
el exilio afuera del núcleo
como cosa real.
El viaje hacia afuera.
El raje de arriba la patada en el culo.

Un día cayó sobre el punto
giró
rompió su cola.
Reventó de un tacazo el monte de azúcar
tan frío y nevado el suelo de ayer.
El viaje por partes.
“Todo lo que escribo lo traigo, señor, todo cacho que escribo.”



*
Ocho


En ocho cachos dibujo.
Clavada en el centro del foco
todo lo abraza, todo lo quiebra.
El suelo rompido y yo, disuelta.

Dibujo octaedro dibujo que suelo hilar aunar aullar de lo junto el hilo el ladrido el ronquido que suelo soñar.
Ella dibuja y se hila, yo disolvida.

Discar en el suelo. En el sueño.
Restos del día que laten dormidos.
La fosa.

Levanté la mirada
fijé en el arriba el mirar estrellado.
El árbol figuraba oscuro el celeste detrás contorneaba que había un arriba.

Ni en la rama, ni en lo plano y entero del disco celeste, ni en la cumbre azul del hilado volver.


Rompida en ocho, lo dije.
Abrir la boca y chorrear bucal en el sueño.
Un giro de trompo en el centro jugoso, su taco se clava en mi sueño de adentro.

Así como el chicle pegado a la suela
así como el taco que hila la masa
así como aguja que pincha la nieve
abrí la ventana.
“Me quema mi culo, señor, el viento caliente me quema el culo.”
Vientos de gente.

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